¡Qué tal, amigos! Hoy quiero compartir unas ideas que me han estado dando vueltas en la cabeza tras leer una nota que circula por ahí. Se trata de la carta que la congresista cubanoamericana María Elvira Salazar le envió al presidente Donald Trump, pidiéndole que active el programa de Salida Forzosa Diferida (DED) para proteger temporalmente a ciudadanos de Cuba, Nicaragua, Venezuela y Haití que entraron legalmente a Estados Unidos con permiso de entrada. A simple vista, podría parecer un acto de compasión hacia quienes huyen de dictaduras y violencia, pero si rascamos un poco la superficie, creo que esto no es más que un espejismo político. Permítanme explicar por qué dudo de sus intenciones y por qué me parece prácticamente imposible que esto se traduzca en algo real para los migrantes.
El contexto: ¿Qué pide Salazar y cómo lo justifica?
En su carta, Salazar solicita a Trump que use su autoridad presidencial para otorgar el DED, una medida discrecional que permitiría a estos migrantes quedarse temporalmente en Estados Unidos mientras se revisan sus casos. Según ella, estos países enfrentan “dictaduras comunistas” (Cuba, Nicaragua y Venezuela) y un “Estado fallido” (Haití) dominado por pandillas. En su cuenta de X, escribió: “Debemos proteger las promesas hechas a estas personas, con compasión y seguridad en mente”. También argumenta que el DED daría tiempo para evaluar a cada persona individualmente, asegurando que no se devuelva a nadie al peligro y que se deporte a quienes tengan antecedentes o vínculos fraudulentos.
Suena bien, ¿no? Pero aquí es donde empiezo a fruncir el ceño. Salazar sabe perfectamente cómo funciona el juego político y, sobre todo, quién es Donald Trump. Entonces, ¿por qué hacerle esta solicitud a él, de todas las personas posibles?
Trump y la inmigración: un choque de realidades
Recordemos el historial de Trump. Este es el hombre que hizo de la seguridad fronteriza y la reducción de la inmigración los pilares de su presidencia. Hablamos del mismo Trump que impulsó el muro en la frontera con México, que implementó políticas de tolerancia cero y que dejó a miles de familias separadas. Su administración no se caracterizó por abrir puertas a los migrantes, sino por cerrarlas con candado. El DED, como medida discrecional, depende exclusivamente de la voluntad del presidente. ¿De verdad alguien cree que Trump, con su enfoque antiinmigrante, va a decir: “Claro, María Elvira, vamos a proteger a estos paroleados con compasión”? Yo no me lo trago.
Salazar no es ingenua. Sabe que esta solicitud tiene tantas posibilidades de prosperar como un cubo de hielo en el desierto. Entonces, si es tan poco probable que Trump actúe, ¿cuál es el punto de todo esto?
Un juego político con los migrantes como peones
Aquí es donde entra mi teoría: esto no es más que postureo político. Salazar, como congresista cubanoamericana con una base importante en Florida, tiene un interés claro en quedar bien con las comunidades de origen cubano, nicaragüense, venezolano y haitiano. Enviar esta carta y publicarla en X con frases emotivas como “EE.UU. es un faro de esperanza” le permite proyectar una imagen de defensora de los migrantes sin arriesgar nada real. ¿Por qué? Porque sabe que Trump no va a hacer nada, y ella no tiene el poder de obligarlo. Es una jugada maestra: simula apoyo sin comprometerse a resultados concretos.
Fíjense en esto: en la misma carta, Salazar critica a la administración anterior por permitir el ingreso irregular de más de 10 millones de personas, dejando claro que su visión es más restrictiva que permisiva. Si realmente quisiera soluciones migratorias humanas, ¿no estaría trabajando en el Congreso para impulsar una reforma integral? En cambio, opta por un gesto simbólico que no depende de ella, sino de un presidente cuya postura ya conocemos. Esto me huele a oportunismo puro.
El discurso anticomunista: un anzuelo para Florida
Otro detalle que no pasa desapercibido es cómo Salazar usa la retórica anticomunista para sazonar su solicitud. Llama a los gobiernos de Cuba, Nicaragua y Venezuela “dictadores comunistas” y describe a Haití como un lugar de terror pandillero. No digo que no haya problemas reales en esos países, pero este lenguaje no es casualidad. En Florida, donde la narrativa anticomunista resuena fuerte entre ciertos votantes, estas palabras son un imán político. Es como si quisiera marcar puntos con su base electoral mientras finge abogar por los migrantes. Si tan comprometida está con “erradicar el comunismo y la violencia”, como dice, ¿por qué no propone algo más tangible que una carta a Trump?
Acción real vs. promesas vacías
Salazar fue la primera de los legisladores cubanoamericanos en pronunciarse tras la revocación del parole humanitario, una medida que afecta directamente a estos mismos grupos. Pero, ¿qué ha hecho más allá de hablar? ¿Ha presentado un proyecto de ley? ¿Ha presionado a su partido para revertir esa decisión? No. Solo ha enviado esta carta, sabiendo que no llevará a nada. Es una forma de lavarse las manos y decir: “Yo hice mi parte”, cuando en realidad no ha hecho nada sustancial por los migrantes que dice querer proteger.
Mi veredicto: teatro, no soluciones
En resumen, no creo que María Elvira Salazar realmente vaya a lograr algo con esta solicitud, ni creo que esa sea su intención. Esto me parece un intento descarado de simular apoyo a la comunidad migrante sin mover un dedo de verdad. Es fácil pedirle a Trump algo que sabes que no va a conceder; así puedes posar de heroína sin ensuciarte las manos. Mientras tanto, los migrantes de Cuba, Nicaragua, Venezuela y Haití siguen en el limbo, esperando soluciones reales que no llegan ni llegarán por esta vía.
Amigos, no nos dejemos engañar por el show. Los migrantes merecen líderes que luchen de verdad por ellos, no que usen sus historias como moneda de cambio electoral. Esta solicitud no es esperanza; es un espejismo. Y nosotros, que conocemos el juego, no podemos seguir cayendo en él. ¿Qué opinan ustedes?