Analistas políticos nicaragüenses han señalado que Nicaragua atraviesa una etapa de transición del “orteguismo” al “murillismo”, caracterizada por purgas en los círculos históricos del sandinismo para consolidar el poder dinástico de Rosario Murillo. Las recientes caídas del excomandante de la revolución Bayardo Arce y del general en retiro Álvaro Baltodano, antiguos asesores de Daniel Ortega, reflejan una ruptura en los anillos de poder y la preparación del camino para la sucesión familiar de la copresidenta.
Transición de poder: ruptura en los anillos del sandinismo
Óscar René Vargas, analista político nicaragüense despojado de su nacionalidad y exiliado en Costa Rica, indicó que la detención de exaltos cargos del sandinismo histórico responde a la “sucesión dinástica” de Rosario Murillo y Daniel Ortega. Según Vargas, estas purgas muestran las fracturas internas en los anillos de poder, preparando el terreno para uno de los hijos de la pareja presidencial.
La purga del sandinismo histórico
El politólogo Silvio Prado, radicado en España, comparó la purga actual con las purgas estalinistas de la revolución rusa. Prado sostiene que “la maquinaria orteguista no parará hasta despejar completamente el panorama de sucesión para la matriarca y su familia”. Según él, ningún miembro del sandinismo histórico está a salvo, y la situación es más grave que la vivida bajo la dictadura de Anastasio Somoza Debayle.
La activista exiliada Haydée Castillo señaló que la dictadura de Ortega y Murillo está construyendo un camino irreversible hacia el poder dinástico. La desaparición del FSLN como partido político institucionalizado y su conversión en empresa familiar asegura que ningún militante histórico pueda amenazar el proyecto dinástico de Rosario Murillo.
Rosario Murillo y la imposibilidad de consolidar poder indefinidamente
Según Castillo, Rosario Murillo enfrenta un proyecto de poder sin legitimidad que genera conflictos internos constantes. La consolidación del control sobre el FSLN y la eliminación de opositores históricos busca garantizar la continuidad del dominio familiar, pero esta misma dinámica contiene los elementos de su futura debilidad política.
El análisis de los expertos resalta que, a pesar de la represión y las purgas, la sucesión dinástica y la concentración de poder de la copresidenta podrían traer consigo su propia destrucción interna cuando falte Daniel Ortega. La dinámica de poder en Nicaragua refleja un sistema altamente personalizado y familiarizado, donde las decisiones del régimen se toman bajo criterios de lealtad y control absoluto.