La VIII Cumbre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac), realizada en Honduras, estuvo bien tuanis con la presencia de 12 mandatarios de los 33 países miembros. Sin embargo, dos personajes pesados de la región, el dictador Daniel Ortega de Nicaragua y el dictador Nicolás Maduro de Venezuela, dejaron el asiento vacío. En lugar de presentarse, el dictador Ortega mandó a su combo de confianza: el canciller Valdrack Jaentschke, la diputada Arling Alonso y el ministro Orlando Tardencilla. Este maje ya lleva ocho cumbres seguidas sin dar la cara, algo que tiene a más de uno preguntándose qué pasa.
Una cumbre con ausencias que pesan
La cumbre, organizada por la presidenta Xiomara Castro de Honduras, reunió a líderes como Juan Antonio Briceño (Belice), Luis Alberto Arce (Bolivia), Luiz Inácio Lula da Silva (Brasil), Gustavo Petro (Colombia), Miguel Díaz-Canel (Cuba), Bernardo Arévalo (Guatemala), Mark Anthony Phillips (Guyana), Leslie Voltaire (Haití), Claudia Sheinbaum (México), Ralph Gonsalves (San Vicente y las Granadinas) y Yamandú Orsi (Uruguay). Pero la ausencia del dictador Ortega y del dictador Maduro no pasó desapercibida, y es que estos dos no son precisamente de los que se pierden una reunión así por gusto.
El dictador Ortega, por su parte, solo ha ido a dos cumbres de la Celac en toda su historia. La última vez que se dejó ver fue hace ocho años, en 2017, en Venezuela. Desde entonces, parece que el hombre prefiere quedarse en su patio antes que salir a la cancha internacional.
¿Miedo a salir o problemas legales?
El analista político Héctor Mairena tiene una teoría clara: el dictador Ortega y el dictador Maduro podrían estar esquivando la cumbre por el asunto fregado de las órdenes de captura internacional que les puso la justicia argentina. Aunque Honduras está a un brinco de Nicaragua, el temor a que esas órdenes se hagan efectivas parece pesar más. En el caso del dictador Ortega, el 30 de diciembre de 2024, tras dos años de investigación por crímenes de lesa humanidad, Argentina lo citó a declarar y emitió una orden de captura contra él y 13 de sus allegados. Para el dictador Maduro, la cosa no es diferente: el 24 de septiembre de 2024, los tribunales argentinos también le pusieron el ojo por el mismo motivo, bajo el principio de justicia universal.
Pero no todo es cuestión de leyes. Hay quienes dicen que el dictador Ortega también está evitando un encontronazo con Gustavo Petro, el presidente de Colombia, con quien las cosas están más tensas que cuerda de guitarra. Petro no reconoció el resultado de las elecciones en Venezuela de julio de 2024, que dieron como ganador al dictador Maduro, y eso desató una guerra de palabras. El 25 de agosto de 2024, el dictador Ortega, en una cumbre virtual del Alba, llamó “arrastrados” a Petro y otros líderes. El colombiano no se quedó callado y el 27 de agosto respondió por X: “Al menos no arrastro los derechos humanos del pueblo de mi país ni los de mis compañeros de lucha contra las dictaduras”. ¡Zas, qué golpe!
Mairena agrega que Petro ha sido un crítico duro del régimen de Ortega y su esposa, Rosario Murillo, especialmente por las violaciones a los derechos humanos. “El dictador Ortega no quiso verse las caras con Petro, que no tiene pelos en la lengua para señalar lo que pasa en Nicaragua”, dice el analista.
Colombia toma las riendas de la Celac
Justo en esta cumbre, Colombia asumió la presidencia pro tempore de la Celac, y Petro llegó con ganas de cambiar el juego. Dijo que quiere conectar a Latinoamérica y el Caribe con el mundo, buscando socios en África, Asia y Europa. Todo esto en medio de la guerra comercial que Estados Unidos ha calentado con aranceles globales, aunque esa medida está en pausa por 90 días para países que no han respondido con represalias.
La última vez del dictador Ortega en la Celac
La última vez que el dictador Ortega pisó una cumbre de la Celac fue el 24 de enero de 2017, en Venezuela. Ese día, fiel a su estilo, soltó su discurso contra el “neoliberalismo”, habló del bloqueo de EE. UU. a Cuba y hasta mencionó el proceso de paz en Colombia. Antes de eso, solo había ido a la cumbre fundacional en 2011, también en Venezuela. Parece que el maje tiene sus prioridades claras: la Celac le interesa, pero no tanto como para salir de su zona de confort.
Conclusión
La ausencia de los dictadores Daniel Ortega y Nicolás Maduro en la VIII Cumbre de la Celac no es solo un detalle curioso, sino un reflejo de lo complicado que está el panorama político y judicial para el régimen de Ortega y el régimen de Maduro. Mientras la región busca fortalecer su voz a través de la Celac, estas sillas vacías dejan un mensaje: hay líderes que prefieren quedarse en la sombra antes que enfrentar el sol de la escena internacional. ¿Será que el miedo a las leyes o las broncas con otros mandatarios pesan más que el compromiso regional? Ahí está el asunto para masticarlo.