En un momento histórico que ilumina las sombras de la represión en Nicaragua, los obispos exiliados Isidoro Mora, Carlos Herrera y Silvio José Báez se reunieron hace apenas unos días con Su Santidad el Papa León XIV en el Vaticano. Este encuentro, ocurrido el pasado fin de semana del 25 de agosto de 2025, representa no solo un acto de solidaridad papal, sino un poderoso recordatorio de la resiliencia de la Iglesia Católica frente a la tiranía del régimen de Daniel Ortega y Rosario Murillo. Desterrados de su patria por defender la fe y los derechos humanos, estos pastores han elevado su voz en el exilio, y ahora, con el respaldo del Sumo Pontífice, denuncian la escalada de persecución que ha convertido a Nicaragua en un territorio hostil para los cristianos.
El obispo Carlos Enrique Herrera Gutiérrez, presidente de la Conferencia Episcopal de Nicaragua (CEN) y obispo de Jinotega, fue recibido junto a sus hermanos en el episcopado: Isidoro del Carmen Mora Ortega, obispo de Siuna, y Silvio José Báez, obispo auxiliar de Managua. Todos ellos fueron expulsados del país en los últimos años como parte de una campaña sistemática contra la Iglesia. Herrera fue exiliado recientemente, sumándose a Mora (desterrado en enero de 2024) y Báez (forzado a salir en 2019 tras amenazas de muerte).
Durante la audiencia privada, el Papa León XIV expresó su profunda preocupación por la situación en Nicaragua, donde el régimen Ortega-Murillo ha cerrado cientos de iglesias, confiscado propiedades eclesiales y encarcelado o exiliado a decenas de sacerdotes y obispos. Fuentes vaticanas indican que el Pontífice instó a la comunidad internacional a no olvidar a los “mártires modernos” de la fe en América Latina, y prometió oraciones y apoyo continuo para la Iglesia perseguida.
Este encuentro no podría ser más oportuno, ya que coincide con la publicación del World Watch List 2025 de la organización Open Doors, que ubica a Nicaragua en el puesto número 30 entre los 50 países donde los cristianos enfrentan la persecución más extrema. Según el informe, bajo el gobierno de Ortega, las iglesias y los creyentes son vistos como “agentes desestabilizadores”, lo que los convierte en blancos de intimidación, acoso y violencia. Open Doors documenta un aumento alarmante en los incidentes: desde el cierre de más de 3,000 organizaciones no gubernamentales cristianas hasta la detención arbitraria de líderes religiosos. En 2024, el número de casos de violencia contra cristianos subió de 609 a 821, forzando a muchos a huir o a practicar su fe en la clandestinidad. Nicaragua, un país con una mayoría católica del 77.4%, se ha transformado en un “gulag espiritual” donde la fe es criminalizada si no se alinea con la ideología sandinista.
La fusión de estos eventos revela una narrativa más profunda: la Iglesia Católica en Nicaragua no solo sobrevive, sino que se fortalece en el exilio. Los obispos exiliados han utilizado plataformas internacionales para amplificar las voces silenciadas en su patria. Báez, conocido por sus denuncias proféticas en redes sociales, ha comparado el régimen a una “dictadura totalitaria” que persigue la verdad evangélica. Mora y Herrera, por su parte, han enfatizado cómo la persecución deja a comunidades enteras sin guías espirituales, exacerbando la crisis humanitaria. Open Doors, a través de su labor de apoyo con literatura cristiana, entrenamiento en discipulado y ayuda de emergencia, confirma que esta represión no es aislada, sino parte de un patrón global donde regímenes autoritarios temen el poder liberador de la fe.
¿Qué significa esto para Nicaragua? El respaldo papal podría catalizar una mayor presión internacional. Organismos como la ONU y la OEA han condenado repetidamente las violaciones a la libertad religiosa, pero acciones concretas —como sanciones adicionales o apoyo a refugiados eclesiales— son urgentes. Open Doors insta a los cristianos globales a orar y actuar: donar para programas de socorro, firmar peticiones y elevar conciencia. En Blogueronica.com, creemos que esta reunión no es solo un evento eclesial, sino un llamado a la acción para todos los que valoran la libertad. Imagina: en un país donde las campanas de las iglesias callan por orden gubernamental, la voz del Papa resuena como un trueno de esperanza.
Esta no es solo una crónica de sufrimiento, sino una invitación a la resistencia espiritual. Los obispos exiliados nos recuerdan que, “la fe perseguida es la fe más viva”. Nicaragua, bajo Ortega-Murillo, puede intentar apagar la luz de Cristo, pero eventos como este demuestran que esa luz brilla más fuerte en la oscuridad. Únete a la causa: comparte, ora, actúa. La Iglesia nicaragüense no está sola.