En un nuevo acto de cinismo y autoritarismo, el régimen dictatorial de Daniel Ortega y Rosario Murillo ha profundizado sus lazos con la maquinaria de desinformación rusa, firmando un “Convenio de Cooperación” con el Centro de Información Multimedia Izvestia este 28 de agosto de 2025. Representando a la tiranía sandinista, Daniel Edmundo Ortega Murillo, hijo de la pareja codictatorial, y la embajadora Alba Torres suscribieron el acuerdo junto a Vladimir Tyulin, director general de Izvestia, un medio ampliamente reconocido por su papel como instrumento propagandístico del Kremlin.
Durante la firma del convenio, Ortega Murillo declaró: “Para nosotros, periodistas sandinistas, es un verdadero honor poder colaborar con periodistas rusos y defender la verdad en estos tiempos difíciles”. Sin embargo, resulta profundamente irónico que un régimen responsable del cierre sistemático de medios independientes, la persecución de periodistas y la criminalización de la libertad de prensa pretenda erigirse como defensor de la “verdad”. Para el orteguismo, la verdad es un enemigo mortal. Desde 2018, cientos de periodistas han sido forzados al exilio, decenas de medios han sido confiscados y al menos cuatro comunicadores permanecen encarcelados por motivos políticos en prisiones como El Chipote, denunciadas internacionalmente por torturas y tratos inhumanos.
Este convenio representa mucho más que una simple colaboración mediática. Es la alianza explícita entre dos regímenes autoritarios que comparten un profundo desprecio por la libertad de expresión. Izvestia, fundado en 1917 como órgano de propaganda soviético, continúa hoy al servicio del Kremlin y fue sancionado por la Unión Europea en 2014 debido a su rol en campañas de desinformación destinadas a justificar la invasión ilegal de Ucrania. Ahora, el régimen sandinista pretende replicar esas estrategias en Nicaragua, presentando una narrativa ficticia de paz, estabilidad y soberanía, mientras en la práctica ha instaurado un Estado policial que silencia cualquier voz crítica.
La influencia rusa en la propaganda oficial del sandinismo no es nueva. En 2022, Ortega firmó un convenio similar con Sputnik, otro tentáculo mediático del Kremlin. En mayo de 2025, delegaciones rusas enviadas por Sputnik realizaron capacitaciones para “periodistas” leales al orteguismo en la Universidad Nacional Casimiro Sotelo Montenegro, institución usurpada de la histórica Universidad Centroamericana. Estas capacitaciones, disfrazadas de cooperación académica, tienen un objetivo claro: entrenar operadores mediáticos capaces de difundir mensajes alineados con la narrativa oficialista y desacreditar a los medios independientes exiliados.
Paralelamente, organismos internacionales como la ONU, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos y Amnistía Internacional han denunciado de forma reiterada la represión sistemática contra la prensa en Nicaragua. Reporteros Sin Fronteras ubica al país entre los peores del mundo en libertad de expresión y afirma que prácticamente no existen medios independientes dentro del territorio nacional. Leyes draconianas como la Ley de Ciberdelitos han sido instrumentalizadas para criminalizar la disidencia, aplicar censura previa y condenar penalmente cualquier contenido que contradiga la versión oficial del régimen.
Este fortalecimiento de la relación con Rusia evidencia la creciente dependencia del régimen Ortega Murillo de alianzas estratégicas con autocracias globales. Mientras Vladimir Putin invade naciones soberanas y silencia opositores en Moscú, Ortega replica su modelo represivo en Managua: despoja de derechos a los ciudadanos, persigue a opositores, confisca medios y criminaliza la protesta social. La colaboración con Izvestia no es un acto aislado, sino parte de un entramado global de propaganda autoritaria orientada a sostener regímenes que enfrentan un rechazo mayoritario tanto interno como internacional.
En este contexto, la comunidad internacional no puede permanecer indiferente. Organismos multilaterales, gobiernos democráticos y organizaciones de derechos humanos deben intensificar las sanciones, reforzar el aislamiento diplomático del régimen y brindar apoyo efectivo a los periodistas exiliados y a la prensa independiente. Nicaragua merece libertad, verdad y justicia, no esta farsa de cooperación informativa que solo perpetúa la oscuridad.
La historia será implacable con Ortega, Murillo y sus aliados. Mientras intentan manipular la narrativa y silenciar la verdad, el periodismo independiente, dentro y fuera del país, sigue documentando cada abuso, cada desaparición y cada acto de represión. La lucha por una Nicaragua libre continúa y el mundo está observando.